Etapa 18. Vitoria-Gasteiz - Maeztu-Parque natural de Izki

En esta etapa veremos cómo la Geología no sólo condiciona el perfil del recorrido al que deberá enfrentarse el pelotón, sino también su gran importancia en el desarrollo social de muchas poblaciones con dos ejemplos muy ilustrativos.

Km. 23. Echándole sal a la carrera

Hace unos 220 millones de años, el valle de Salinas de Añana era un mar interior poco profundo dominado por un clima muy cálido que provocaba la evaporación del agua marina, generando así la precipitación de sales en el fondo que, con el paso del tiempo, quedaron enterradas bajo la superficie. En la actualidad, el agua de lluvia se infiltra en el subsuelo, llegando a atravesar estas capas salinas subterráneas, convirtiéndose el agua dulce en un agua salada. Esta agua subterránea vuelve a salir a la superficie a través de unos manantiales salinos que no han pasado desapercibidos para la población de Añana. Desde hace siglos han canalizado esta agua salada hacia unas explanadas en donde el sol provoca su evaporación, facilitando así la precipitación de la sal. Una sal que se ha convertido en el en principal motor económico de la zona gracias a su comercialización como condimento alimenticio.

Km. 130. Un choque geológico que rompe las piernas

La subida al Puerto de Herrera puede ser determinante para seleccionar al ganador de esta etapa, y la culpable es la Geología, en concreto, la tectónica de placas. Hace entre unos 80 y 20 millones de años se produjo lo que conocemos como Orogenia Alpina, un proceso de formación de montañas entre las que se encuentran los Pirineos y su continuación occidental, la Cordillera Cantábrica. Este evento fue debido al choque de la placa Ibérica contra la placa Europea, que provocó el ascenso de todos los materiales geológicos depositados previamente, como las rocas que componen esta montaña y que se formaron hace más de 120 millones de años en un mar tropical poco profundo. Además, fruto de este choque, todos estos materiales se rompieron y doblaron como un acordeón, dando lugar a estas grandes pendientes.

No solo hay asfalto en la carretera (zona de meta)

Cerca de la zona de meta, a las afueras de la localidad de Maeztu, encontramos unas rocas formadas en un fondo marino de hace más de 90 millones de años que están completamente teñidas de negro. No se trata de pintura, sino de asfalto bituminoso natural, un material que se formó hace millones de años por la descomposición de la materia orgánica contenida en los sedimentos que dieron lugar a esas rocas. Es tanta la cantidad de asfalto encontrado en esta zona, que se empezó a explotar comercialmente a mediados del siglo XIX, convirtiéndose en la primera fábrica de asfaltos de España, y todavía es rentable en la actualidad.

 

Colaboradores: 

Sergio Rodríguez García (UCM) (Coordinador)  

Elisabeth Díaz Losada (IGME)

José Miguel Fernández Portal (IGME)

Juan Miguel Insúa Arévalo (UCM)

Blanca Martínez García (UPV)

Mónica Leonor Meléndez Asensio (IGME)

Isabel Rodríguez García de Castro (UCM)

Francisco Javier Rubio Pascual (IGME)